martes, 26 de febrero de 2013

La rebelión latina



Hace tiempo que algunas voces importantes dentro del mundo del arte contemporáneo están debatiendo el hecho de que la modernidad occidental (en lo que a prácticas artísticas se refiere) ha dejado de sorprendernos y las neo-vanguardias que nos brinda la vieja Europa cada vez nos aportan menos sorpresas y más puntos de vista recalentados que ya no suenan a nuevos. Por otra parte la desmesura de la globalización facilita y acerca la mirada hacia otras modernidades que han sido ninguneadas durante demasiado tiempo y que han resultado aportar nuevos puntos de vista, nuevas reflexiones y nuevas sensibilidades desde situaciones geográficas y culturales muy distintas a la nuestra.



Una sala de la exposición con algunas imágenes
de las marchas de las madres de may
La exposición "Perder la forma humana" (se puede ver hasta el 11 de marzo) es un claro ejemplo de esta voluntad de mirar hacia otros proyectos de modernidad. 
En ella se asiste a un recorrido por las reacciones artísticas realizadas desde el  momento clave que supuso el golpe de estado de Pinochet en Chile en 1973 hasta 1994 con el nacimiento del zapatismo que inicio una nueva manera de entender la lucha a nivel internacional. 


Todas estas prácticas deben entenderse en relación con los gobiernos represivos que han azotado este vasto continente que comúnmente llamamos Latinoamerica y se debe comprender también que la exposición reúne un gran abanico de conflictos que nos dan un buen primer acercamiento al territorio pero que no tiene una voluntad enciclopédica.

Instalación de las Yeguas del Apocalipsis
Durante la visita uno toma consciencia de la gran necesidad de la formación de colectivos y organizaciones o grupos para llevar a cabo sus producciones artísticas dentro de estados represivos y controladores. Entendiendo el grupo como un modelo de organización contra-hegemónica que intenta adecuarse a luchas de colectivos muy diversos. También hay una toma de consciencia en la cual los grupos identifican la creación cultural con la reivindicación política.


Claros ejemplos son grupos como Taller NN, C. A. Pa. Ta. Co, o el grupo CADA que también realiza intervenciones en prensa. En lo personal una de las instalaciones más impactantes es la presentada por el Grupo las Yeguas del Apocalipsis que muestra el mapa de América del Sur cubierto de cristales rotos de botellas de Coca-cola, aludiendo al estado post-colonialista en el que se ha cristalizado la modernidad latinoamericana. Sobre ese mismo mapa se llevo a cabo una performance  que consistía en un baile homosexual, con esa performance hacían un acto totalmente disidente, en plena lucha contra el SIDA y desafiando las convenciones de represión sexual.


Manifestantes dibujando siluetas en reivindicación
de los desaparecidos, El siluetazo
Durante el recorrido se asiste también a la manifestación colectiva de El Siluetazo, que comenzó de forma relativamente espontánea durante la III Marcha de la resistencia convocada por las Madres de la plaza de Mayo de la mano de tres artistas ( Rodolfo Aguerreberry, Julio Flores y Guillermo Kexel ) y acabó llevándose a cabo por miles de manifestantes, madres y familiares de los desaparecidos. Un acto tan sencillo como dibujar la silueta de una figura humana se convirtió en el símbolo de los miles de desaparecidos que la dictadura argentina llevó a cabo desde el 1976 hasta el 1983. Lo mismo pasó con el movimiento No+ que acabó aglutinando todo tipo de demandas sociales, desde el cese de la violencia hasta su rechazo al patriarcado.


Pareciera que el clima de violencia y el estado de alerta constante fueron catalizadores de prácticas que en medio de ese entorno encontraron su razón de ser, por ejemplo, la voluntad de producir información no oficial que escapara del control de los regímenes represores dio lugar a la Oficina de (Contra)información, del mismo modo que el boom del foto periodismo militante que a través de la fotografía pretendía visibilizar y abrir canales de resistencia al orden establecido. 



Performance de Gianni Mestichelli sobre las torturas
Otro foco de atención dentro de la exposición es el papel del cuerpo, el cuerpo cómo herramienta, como arma de reacción y de irreverencia. Dictaduras, masacres y la violencia desmedida son el origen de un sinfín de prácticas performativas que trasladan al cuerpo la mutilación, el sufrimiento y el derrotismo de un continente que ha relacionado su proyecto de modernidad con la violencia de manera constante. Para la investigación de este diversos grupos releyeron a Antonin Artaud y su teatro de la crueldad como ejemplo de catarsis del dolor y el sufrimiento. Por otra parte también vemos la importancia del cuerpo en la criminalización del sujeto y podemos observar cómo diversos grupos hacen actos reivindicativos en cárceles como Los Ángeles Negros. 



Ejemplo de foto-periodismo militante
En definitiva, una exposición de 600 obras que nos presenta las prácticas más reivindicativas y contra-culturales del continente y nos hace reflexionar sobre la importancia de un arte político y comprometido cómo una de las pocas armas de liberación que tienen los más reprimidos para reivindicar, visibilizar y luchar contra la barbarie. 

martes, 5 de febrero de 2013

Qué es un hogar?



“El cuerpo exiliado, expulsado de su hogar, durmiendo en el afuera, como si, desprovisto de vida, ya nunca más fuese admitido en su morada” M. Ángel Hernández Navarro. 



Desde el 25 de enero y hasta el 28 de Abril se presenta en el MACBA “La casa fantasmal” de Ahlam Shibli (1970), la muestra reúne 9 series fotográficas que la artista ha llevado a cabo en los últimos diez años de trabajo.
Es la primera muestra sobre esta artista en el estado español y creo poder afirmar que desde el día de la inauguración no ha dejado indiferente a nadie. Tiene demasiada fuerza. Y es que las fotografías de Ahlam Shibli hablan sobre algo que es común a  todo ser humano: La necesidad ineludible de tener un hogar.


Pero, ¿exactamente qué es un hogar?  Tradicionalmente el término “hogar” se refiere a un lugar dónde el individuo o grupo habita y que siempre va asociado a una cierta calma y seguridad. Es el lugar dónde estamos a salvo.
Todas sus series fotográficas abordan el conflicto que supone para el individuo perder un hogar. ¿Qué le queda al individuo o a la colectividad que ha perdido su lugar en el mundo?       ¿Qué poder de reacción tienen los individuos que ya no poseen un lugar dónde habitar a salvo?. Delante de estas preguntas es dónde entra en juego el papel de la fotografía. Cuando Joe Spence problematizaba la práctica documental en su conferencia “la práctica documental a examen”(1987) daba en el clavo cuando hacía reflexiones alrededor de la relación de la fotografía y el poder, quién tiene el poder y cómo lo usa, y quienes carecen de él. La artista en este caso, utiliza la fotografía como un vehículo para visibilizar las comunidades afectadas por esta “pérdida del hogar” y su consiguiente pérdida de poder, y se centra,  en el pueblo Palestino. Quizás lo más sorprendente es que ella no se centra en el conflicto (que todos por desgracia conocemos) sino que lo da por hecho y se centra en el funcionamiento del conflicto, en toda su complejidad y en las micro-problemáticas que desencadena dentro de la comunidad palestina. Es decir, no busca los momentos de acción y amarillismo a los que nos tiene acostumbrados el género documental, sino que busca los signos del conflicto de una forma más bien fría, aunque no por ello menos intensa.
Otra estrategia que utiliza la artista de manera constante es la de acompañar cada una de las fotografías de fecha, lugar y todos los datos técnicos necesarios  para impedir un uso tergiversado de dichas imágenes, también por ese mismo motivo la artista trabaja siempre en series, convirtiendo así la serie en la única manera de que una sola imagen aprehenda un sentido y realizando así una “resistencia fotográfica”. Una resistencia que intenta visibilizar por medios alternativos aquello que al poder no le interesa.
Por otra parte cabe decir que Ahlam Shibli da un gran protagonismo al cuerpo en sus fotografías, entiende el cuerpo como el primer lugar de conflicto a la par que el primer “hogar”. El cuerpo es la sede de conflictos internos inherentes al ser humano  y diana de represión por parte del sistema normativizador  en el cual (sobre)vivimos. Sus series “Eastern LGBT”(2004/6) y Dom Dziecka. The house starves when you are away”(2008) no dejan lugar a dudas  del amplio abanico de problemáticas que rodean al cuerpo abordando temas como las identidades Queer o los cuerpos victimizados de huérfanos polacos.  Y no se puede obviar que al abordar estas conflictivas realidades, Ahlam Shibli  desafía uno de los problemas que la fotografía documental arrastra desde los años ’80, que es la documentación de individuos con problemáticas de identidad de índole sexual dónde generalmente la cámara está prohibida ya que pertenece a un espacio privado altamente censurado.

Quizás sea (permitidme especular) porque a aquellos a  los que se les ha arrebatado el hogar, la casa, la familia, las tierras y conviven con la violencia de forma cotidiana, lo único que les queda al final como lugar de resistencia  es su propio cuerpo, un cuerpo que necesita ser disidente después de tanta represión.


Todas las series fotográficas de Ahlam Shibli son un grito de resistencia, son un grito político contra la violencia de estado y contra la violencia de las propias imágenes, que en estos tiempos de saturación parece que victimizan más que reivindican.
Para finalizar, sólo puntualizaré que las fotografías de Ahlam Shibli nos muestran cómo la identidad social palestina se ha construido a través del conflicto  y cómo el hecho de intentar auto-representarse (cómo pueblo al que se le ha negado ese poder) supone ya un acto político ineludible, porque al fin y al cabo es mostrar aquello que al poder no le interesa.