miércoles, 17 de octubre de 2012

Quinto Aniversario en la Fundación Suñol


Ya es un lugar común hablar de lo mal que esta la cultura en este país y más si está relacionada con las iniciativas del ámbito público. Así que hoy he decidido hablar de una iniciativa privada que se merece (desde mi punto de vista) ser reconocida por su importante aportación a la cultura en Barcelona.

Espacio Nivell Zero en la Fundación Suñol
La Fundació Suñol de Barcelona cumple cinco años (se abrió al público justo cuando empezó esta crisis) y desde sus inicios se ha erigido como una fundación privada con una doble voluntad, por un lado, mostrar la colección privada que la conforma y por otra parte un espacio dedicado exclusivamente a la nueva generación de jóvenes creadores relacionados con el arte contemporáneo,  el espacio Nivell Zero. Por este espacio han pasado diversos artistas emergentes y se han llevado a cabo interesantísimas propuestas como “En Residència”. Es decir, hay muchas cosas que celebrar. Y para celebrarlo ha decidido enseñar el fondo privado que configura su colección con un comisariado a cargo de Valentín Roma y Rosa Queralt. La muestra durará hasta  marzo del 2013 (¡eso de renovar expos cada tres meses se acabó!).

Andy Warhol "Mao" 1972
La Exposición se organiza en ocho espacios/temáticas diferentes, las temáticas son elegidas notoriamente por los comisarios y van desde conceptos tan sugerentes como "Rostros" o "Cuerpos" a algunos altamente problematizados por la historia y la crítica de arte tales como " Abstracciones", "Expresionismos" o " Resistencias". Roma y Queralt nos dan su perspectiva de la amplia colección Suñol, Queralt desde el catálogo con un magnifico texto sobre la situación artística en los ‘70’s y ‘80’s y Roma con los textos que acompañan a las obras “in-situ”, desde la primera sala hay que remarcar la calidad de sus textos. 

Y es que dar una nueva mirada a una colección privada no es tarea fácil, la pulsión coleccionista en ocasiones responde a una lógica interna que solo el coleccionista conoce y no siempre va acompañada de un criterio formado e intencional, pero este no es el caso. Re-visionando la colección Suñol se asiste a un buen resumen de lo que se ha considerado “Arte contemporáneo” en los últimos cincuenta años de historia. De hecho es una de las colecciones de arte contemporáneo que más se ofrecido a ser releída una y otra vez demostrando así su consciencia de las obras como dispositivos para la creación de discursos y  sin rendirse jamás a la tentación de enaltecer las obras de manera acrítica. Además, el comisariado de Valentín Roma consigue dotar de una nueva narratividad  a obras de más de 70 artistas que han trabajado en los más diversos formatos, pasando por la pintura, la fotografía, el dibujo o la escultura entre otros.

Equipo Crónica  "La rendición de Torrejón" 1970
Por otra parte, independientemente de la nueva narrativa que acompaña a la colección, vale la pena incidir en que no todos los días se puede ver en Barcelona obras de Warhol, Picasso, Man Ray, Gargallo, Miró, Lawrence Weiner, Richard Avedon o Equipo Crónica en la misma exposición.

 Es una gran oportunidad para ver dichas obras originales ya que en estos difíciles momentos para la cultura en este país nos vamos a tener que ir despidiendo de las costosísimas exposiciones anuales que llegaban a los museos y utilizaban los grandes nombres de la historia del arte como gancho “marketiniano” para llegar al gran público. Así pues la Fundación Suñol se merece un aplauso ya que si no fuera por este tipo de iniciativas en el ámbito privado la situación actual más que precaria sería inexistente.











martes, 28 de agosto de 2012

La fuerza de la irreverencia contemporánea




En este período vacacional ha tenido lugar un suceso de naturaleza bastante surrealista,
una obra de arte religioso, un Ecce Homo del que hasta entonces nadie sabia nada, pues no tenía mayor interés que el de ser un icono religioso sobradamente reconocible, se ha convertido en noticia. Y digo noticia con todas las letras pues ha despertado la indignación y el alzamiento de todo tipo de voces y opiniones.


Una señora de dicha localidad (una mujer de unos ochenta años) al ver el mal estado de la pintura se decidió a restaurarlo con el consentimiento del cura de dicha parroquia. Hasta aquí todo bien. La cosa se tuerce cuándo los vecinos se dan cuenta de que dicha "restauración" ha sido más bien un destrozo de la obra, prácticamente la cara de Jesucristo se ha borrado y desfigurado dando paso a una caricatura.


Y entonces salta la polémica, ¿que hace una señora sin formación alguna restaurando parte del patrimonio religioso, artístico y cultural?
De golpe en España estas cosas importan, curioso, pero lo que más me fascina del tema es que la señora lo hizo sin querer, lo hizo por error, en el fondo no quería hacerlo.

En realidad la cosa no ha salido mal, seamos sinceros, nadie nunca había oído hablar de este pueblo, ahora todo el mundo sabe dónde está, quién es el cura responsable, quién es la pobre señora e incluso quien es el autor original de dicha pintura. Quizás es la única noticia mínimamente cultural que muchas personas han leído estos días.

En el fondo es un ejemplo claro de sociología del arte, ya que cualquier cosa puede ser considerada arte de un día para otro, de un momento a otro, dependiendo única y exclusivamente del nivel de fama, y de indignación que provoque. La indignación es esencial. Esto no es algo nuevo, el arte contemporáneo siempre ha indignado, siempre enfada, molesta, crispa y cae profundamente mal y es normal, el arte contemporáneo suele ser blasfemo por naturaleza, irreverente, mal educado, crítico, irónico e incluso burlón.
Un sencillo Ecce Homo se convierte en motivo de indignación : ¿cómo se han atrevido? ¿cómo puede ser? ¡pero si ERA una obra de arte!.

Y al convertirse en motivo de indignación su valor simbólico aumenta, se multiplica, se convierte en polémica y en algo que HAY QUE VER, todo el mundo quiere indignarse a su alrededor y las colas para fotografiarse a su lado se vuelven infinitas.  Y nadie se da cuenta, que antes ese Ecce Homo era un simple icono perdido en una parroquia y que ahora gracias a la intervención de una entrañable anciana
se ha convertido en una obra de arte contemporáneo de lo más punk, de lo más irreverente y por ende, ahora si tiene, por pequeño que sea, algún interés.






lunes, 13 de agosto de 2012

Cuerpo, abandono y amor


Para la mayoría de la gente, el problema del amor consiste fundamentalmente en ser amado, y no en amar, no en la propia capacidad de amar.” Erich Fromm

Existen pocas preocupaciones existenciales sobre las que se haya gastado tanta tinta como en las emociones y sentimientos relacionados con el amor.  Escritores, músicos y artistas de todas las disciplinas y épocas han dedicado gran parte de su producción a desentrañar los secretos de una particular emoción que posee la capacidad de ser hermosa y perturbadora a la vez. 

Es curioso sin embargo que el arte contemporáneo haya evolucionado por otro senderos más ligados a la razón con un arte cada vez más conceptual y tendiente al archivo que a las emociones. Por otra parte, no son pocos los filósofos contemporáneos que han reflexionado sobre la incapacidad de amar, la imposibilidad de construir relaciones sanas en la sociedad contemporánea, dónde nadie está dispuesto a amar realmente sino más bien dónde todo ser humano se convierte en un objeto a consumir, dónde nos consumimos unos a otros rápida y despiadadamente. Es en este marco conceptual dónde podemos situar la obra de Legarda.

En este desierto emotivo podemos situar la obra multidisciplinar de Legarda, a lo largo de toda su trayectoria vemos como el vasto campo de las emociones se despliega para indagar en ellas y proponer al espectador un desafío frente a sus piezas, el desafío viene dado en cuanto la artista rompe la naturaleza íntima y personal que otorgamos a las emociones y exhibe su fragilidad corporal y emocional (puesto que la artista es performer y protagonista a la vez) frente a un público estupefacto.

Fotografía de Dark Beauty
Dark Beauty es una instalación multidisciplinar donde proyecciones, fotografías, cuerpo y escena crean una totalidad  con un fuerte componente simbólico. Dark Beauty es un gran ejemplo de como la artista utiliza la fotografía para asentar la simbología de toda obra, los espacios en los que tiene lugar la acción hacen referencia constante a lugares abandonados, envejecidos, arquitecturas destrozadas o a medio hacer, son espacios absolutamente desolados dónde lo único que aún perdura es el cuerpo ( también abandonado y maltratado ) de la protagonista.

La protagonista es una mujer anónima, es un individuo que personifica la idea de la búsqueda de perfección femenina, a la vez que solo sabe existir desde una relación de dominación, de sometimiento absoluto y de abandono total. La protagonista es ante todo un personaje lleno de fisicalidad, su implicación emocional queda plasmada a través de su cuerpo que es directamente humillado y maltratado por parte de uno de los grandes protagonistas de la obra, el espectador.

Fotografía Dark Beauty
Pese a que Legarda huye de la narrativa simple, en esta ocasión le concede al espectador una responsabilidad decisiva en el transcurso de la obra. Para avanzar a través de la instalación el espectador debe tomar decisiones con respecto a la protagonista, es decir, el espectador decide como va a evolucionar en cada ocasión esta peculiar historia de amor, donde la protagonista es absolutamente vulnerable a los deseos que el espectador tenga. 



Montaje fotográfico de Dark Beauty


La implicación del espectador en este caso es absolutamente central, ya que no se trata solo de una participación puntual, se trata de ir más allá y que el espectador se acabe identificando e implicando emocionalmente en la relación. Se trata de que cada uno de nosotros se haga una doble pregunta, por un lado hasta dónde es capaz de abandonarse a sí mismo por el otro y hasta dónde somos capaces de dominar y apoderarnos del que se deja en nuestras manos. La pregunta latente quizás sea si realmente somos capaces de amar sin victimizar, sin dañar ni maltratar. Y intentando responder a esta pregunta el espectador no es un elemento más, es el artífice que hace posible la obra.

jueves, 19 de julio de 2012

Un alto en el camino


Cuando empecé este blog pensaba sobretodo en cómo hacer llegar aquellas propuestas culturales de interés expositivo a los demás, pretendía crear un espacio de reflexión sobre aquellas exposiciones que por un motivo u otro considero interesantes y dignas de ser tomadas en cuenta.  Hoy tenia preparado un artículo sobre la exposición de Gordon Matta-Clark en el MACBA, pero la verdad es que se le quitan las ganas a una de escribir sobre cultura en un país que demuestra cada vez de manera más descarada que la cultura es algo a lo que desde el gobierno se le da la más mínima importancia. Hoy hago un alto en el camino para unirme de manera virtual a la manifestación que se llevará a cabo hoy en contra de la subida del IVA en la cultura y espectáculos.


Como sabéis hace poco el gobierno ha anunciado la subida del IVA hasta el 21% y esto afectará directamente a nuestro sector, que ya bastante hundido y ninguneado, se enfrentará ahora  a unos impuestos prácticamente devastadores.

En el mundo de los espectáculos, no hace falta ser un experto para saber que muchas veces las salas de teatro y conciertos no llenan el aforo dejando descubiertos los presupuestos y en muchas ocasiones con perdidas directas, ahora con el 21% más de IVA, las entradas se verán directamente  afectadas y lo que para muchos ya era un lujo ahora se convertirá en algo inasequible y las pequeñas compañías serán las primeras afectadas, así en poco tiempo los únicos espectáculos rentables serán los de corte internacional, adiós a los espectáculos de mediano y pequeño formato propios de nuestras productoras. En los museos las consecuencias no tardarán en verse reflejadas y seguramente en Barcelona los museos se convertirán en un espacio de disfrute exclusivo para turistas ya que serán los únicos que podrán pagar y los que no se darán cuenta de que lo que ve no es una exposición temporal sino relecturas constantes y eternas de la misma colección del museo que, falto de recursos no podrá traer obras de ninguna parte.

Por otro lado la compra de obras de arte se encarecerá también y si ya de por si estamos en un país con una cutre y maltrecha tradición coleccionista ahora los pocos coleccionistas que quedan se lo pensarán el doble antes de adquirir una obra de arte, así, las galerías que ya luchan contra viento y marea se verán afectadas directamente. No hace falta decir que todas aquellas profesiones relacionadas con la creación, diseñadores y artistas (en su mayoría free-lance) se verán obligados a cobrar más y evidentemente perderán clientela. Así pues, los únicos estudios de diseño que sobrevivirán serán los más grandes y fuertes, adiós a las propuestas independientes y arriesgadas.

El mundo editorial que ya vive momentos inciertos debido a la aparición del libro electrónico, quien sabe, quizás consiguen cargárselo del todo y que en las librerías solo se pueda comprar Harry potter y best-sellers internacionales. Adiós también a los jóvenes escritores y jóvenes editores.

Y así sucesivamente hasta que de la Barcelona cultural y creativa quede desierta a todos los niveles culturales y los jóvenes que formamos parte de la llamada Creative Class (es decir, aquellos que nos creímos el cuento de que podíamos vivir de nuestras pasiones) nos veamos tan ahogados que o bien nos dediquemos a otra cosa o bien acabemos sirviendo cafés en Londres como tan anchamente dijo cierto sin vergüenza hace pocos meses en los medios.

Ah! Y un último apunte, la mayor parte de la educación de nuestra generación se ha hecho en universidades y centros públicos, así que toda esta generación de creative-class ha costado dinero público que ahora dejan que se esfume. Parece que en los ’80 y los ’90 se tenía más claro que la cultura no es un lujo ni mucho menos, sino que es uno de los pilares de las sociedades civilizadas (es decir de la democracia que ofrece un pensamiento libre). Una lástima que en el s.XXI aún haya ignorantes que no se hayan enterado.


lunes, 4 de junio de 2012

Pensando en Public Tender


Pocas ciudades son tan apropiadas para entablar el debate sobre el espacio público como Barcelona, cuya forma se ha ido definiendo siempre a través de grandes eventos culturales dando lugar a una planificación urbanística revisada constantemente, y en la cual el espacio público ha entrado en tensión constantemente con cada una de las decisiones biopolíticas que ha llevado a cabo el gobierno de Barcelona. 
Cada renovación, cada ampliación y creación de nuevos espacios ha ido acompañada inevitablemente de la colocación de esculturas públicas en toda la ciudad, de hecho, en 1987 Robert Hugues en su libro "the spaces and esculptures" hablaba de Barcelona y resaltaba que la ciudad poseía literalmente “el programa de escultura y parque más ambicioso de su tipología que nunca haya lanzado un gobierno del siglo XX”.

Y no solo es cuestión de que haya una gran cantidad de obras desperdigadas, sino que encontramos esculturas que quieren a su vez reflexionar sobre el espacio que ocupan, un gran ejemplo es la obra de Rebecca Horn “ La estrella Herida”(2007) situada en la playa de la Barceloneta en la cual observamos un homenaje a todas las construcciones y chiringuitos que ocupaban la Barceloneta antes de la renovación urbanística que preparó a la ciudad para las Olimpiadas  y que acabó con esas construcciones a favor de una modernidad mucho más global y turística.

Estrella herida de Rebecca Horn
Barcelona es una ciudad que vive esa eterna tensión, la transformación y renovación en contra del cuidado a la memoria histórica, y en esa tensión se inscribe el espacio público de la ciudad. Un espacio que se  transforma constantemente y en el cual aparecen espacios borderline cargados de historia y a la vez renegando de ella, espacios que no saben si son nuevos o no y oscilan entre las dos opciones y se adaptan a los tiempos, siempre cambiantes. La plaza dels Ángels  es un gran ejemplo de esta esquizofrenia, en ocasiones es un espacio totalmente público cargado de todas las connotaciones del barrio en el que se inscribe y en otras el museo (Macba) se apropia de él y le da diferentes usos y funciones. El museo quiere abrirse a la ciudad y mezclarse con ella pero entra en disputa constantemente con la realidad social (no demasiado agradable por cierto) que envuelve el blanco edificio de Meyer.
Tanta blancura y pureza formal se ve “atacada” constantemente desde una plaza que cuya vida es imposible controlar y al final al museo no le queda más opción que devolver la mirada a un espacio “público” que ha demostrado tener vida propia y ser prácticamente ingobernable.
La nueva exposición de Rita Mc Bride en el Macba “Public tender” que se podrá visitar hasta el 24 de Septiembre, se inserta en esta mirada.

Arena de Rita McBride en el Macba
La obra estrella, que ya se presentó en la pasada exposición “El tiempo como materia” es Arena (1997) una enorme estructura de madera que recuerda a las Arenas romanas en las cuales el público tenía un gran poder de intervención. Esta Arena contemporánea apela directamente a la participación del visitante del museo, nos invita a invadirla, a sentarnos en ella, a experimentar su enorme tamaño y con esta interacción pone a prueba la lógica básica del museo, ya no estamos aquí solo para observar, ahora nos toca participar. Ahora toca ser partícipes del espectáculo mismo de estar en el interior del museo. A la vez las paredes de la sala se han fragmentado y separado frente a la estructura para dejarnos ver a través de la pared de cristal del museo la Plaza dels Ángels. La reflexión es sencilla, ahora el verdadero espectáculo está en la calle y Rita Mcbride nos da las herramientas necesarias para observarlo desde su Arena.

Mae West de Rita McBride en Munich
En esta misma línea participativa y de reflexión sobre lo “público” se insertan la mayor parte de sus trabajos, al final de la exposición por ejemplo encontramos un vídeo dedicado a los vecinos que vivían cerca de la escultura pública que hizo en Munich llamada Mae West, una enorme escultura de unos 52 metros de altura que sorprendió a toda la comunidad. Una comunidad que deja plasmadas sus impresiones en el video que acompaña la obra, entendemos así que para Rita McBride es tan importante su obra como las reacciones que la acompañan.

En definitiva, una exposición para reflexionar sobre la ciudad, el urbanismo la escultura y su relación con el público y los ciudadanos que habitamos las ciudades sin olvidar que como bien dice Rita McBride “Pienso que si la escultura tiene alguna virtud es que crea su propio lugar, su propio espacio”.


miércoles, 16 de mayo de 2012

Si me implicas, entenderé

“Dime y olvidaré, muéstrame y recordaré. Pero si me implicas, entenderé”  (Lao Tsé)


Todos recordamos a algún profesor, a alguien que a través de sus clases, de su manera de explicar y de la pasión que le ponía a aquello que nos contaba nos inspiró de un modo u otro. Y es que los profesores a veces son más importantes que los conceptos que enseñan, por ejemplo, ¿quién recuerda las láminas llenas de ejercicios más o menos aburridos que nos hacían rellenar? En cambio es muy probable que recordemos al profesor que nos las daba y corregía.

Profesores hay de muchos tipos y en un momento u otro de la vida podemos encontrarnos en la situación de que seamos nosotros los docentes. Quizás sea esto lo que les ha pasado a los artistas que desde el año 2010 y hasta su tercera edición este año, aceptaron formar parte de un proyecto educativo y artístico totalmente pionero en este país: el proyecto “En Residència”.
Actual Fabrica de creación Fabra i Coats
La idea principal de este programa es la voluntad de dar a conocer los diferentes procesos de creación en  el arte contemporáneo a un lugar poco frecuente, los institutos de Barcelona y sus estudiantes. Para llevarlo a cabo  se asigna a cada instituto participante un artista que se establece en dicho centro durante todo el curso escolar, y a lo largo de este periodo se propone lleva a cabo la ideación y creación de una obra artística con la participación continua y directa de los estudiantes.

A lo largo de las tres ediciones del proyecto han participado en este experimento educativo un total de once institutos, que han dado como resultado final once prácticas artísticas de distintos formatos y temáticas, obras que se inscriben dentro de las trayectorias de los artistas y que no habrían tenido lugar sin la implicación colectiva de los estudiantes. 

Esta muestra nos hace reflexionar sobre las complejas relaciones entre educación y práctica artística, al fin y al cabo la educación forma parte de la economía del saber  ( y por lo tanto mueve dinero real, todos hemos pagado por titulaciones diversas) y el saber es algo muy difícilmente cuantificable. Lo mismo pasa con la producción artística que forma parte de un capital simbólico y que a la hora de cuantificar presenta diversos y complejos problemas. Si a esto le sumamos la tendencia imperante en los planes de estudio que siempre privilegia las materias “útiles” parece que reunir educación y arte es algo que supera ambas instituciones.

En el ámbito pedagógico este proyecto materializa una necesidad, la de abrir procesos nuevos de descubrir conocimiento, nuevas formas de provocar el despliegue de actitudes creativas y de transmitir conocimientos. Esto no evita que se planteen ciertas preguntas de antemano cómo:
¿el arte se puede enseñar?, ¿Los procesos de creación se pueden transmitir?, ¿Se puede medir este aprendizaje del mismo modo que se evaluan los conocimientos técnicos?  Se abre ante nosotros una gran incertidumbre. Una incerteza que seguramente también invadió a los artistas y alumnos participantes cuando se enfrentaron por primera vez al proyecto.

Diez mil horas de Salvador Juanpere
en la exposición que tuvo lugar en la Fundación Suñol en 2010
Sea cual fuere la respuesta a estas preguntas lo que queda plasmado en esta muestra es que dicho proceso creativo ha dado sus resultados, por una parte los alumnos han trabajado mano a mano con los artistas, han seguido los diferentes procesos de creación y han sido partícipes de obras tan impactantes como por ejemplo “Diez mil horas” de Salvador Juanpere en el Instituto Infanta Isabel d’Aragó, en la cual se hace referencia a las diez mil horas que según la sociología se necesitan para aprender cualquier oficio, es decir, una obra que hace reflexionar a los alumnos sobre su propia formación creativa. 

Por otra parte cabe decir que los artistas participantes están de acuerdo casi unánimemente en que la experiencia les ha hecho cambiar sus perspectivas e incluso su manera de entender sus propias obras, también ha sido un proceso de descubrimiento para ellos y es que cuándo uno se acerca a las obras rápidamente se entiende que en este caso lo más relevante no es la obra “final” sino todo el proceso que durante el curso escolar se ha llevado a cabo, el acercamiento entre estudiantes y artista, la relación que de ahí surge, la interacción, el encuentro casi imposible entre dos mundos aparentemente tan lejanos y que sorprendentemente tienen mucho que enriquecer el uno al otro.




miércoles, 9 de mayo de 2012

SOS: Algo se quema en la Galeria Àngels Barcelona!




       Pedro G. Romero nos presenta hasta el 25 de Mayo en la Galeria Àngels Barcelona el Archivo F.X. Para entrar en la materia de este complejo proyecto creo necesario recordar que se trata de un archivo  con más de mil imágenes de actos de iconoclastia anticlerical en España que se han llevado a cabo desde 1845 a 1945. Asistimos a la quema de iglesias, de santos, vírgenes, reliquias, conventos y todo aquello que puede estar relacionado con los símbolos del cristianismo. Es decir, nos presenta un archivo de la historia de la destrucción de imágenes. Este archivo está formado además, por toda una serie de fragmentos de textos de diferente índole que están relacionados de manera directa o indirecta con la iconoclastia, así pues, todas las imágenes van acompañadas de textos que cambian de manera sustancial el significado de las mismas.

Las imágenes y textos que se encuentran en el archivo no son simplemente confirmaciones históricas de unos hechos concretos, al presentarse en conjunto adoptan nuevos significados, nuevas lecturas, y en definitiva se hacen totalmente contemporáneos. Es un archivo que está vivo y en constante cambio.
Una de las 50 postales que se editaron después de los hechos de la Semana Trágica en Barcelona en 1909, las 50  imágenes forman parte del Archivo F. X

Es necesario decir que este peculiar Archivo F.X comenzó sin planificación y continúa del mismo modo, dando lugar a un “anti-archivo” que sigue creciendo irrefrenable y libremente hacía aquellos senderos que más interesan al artista. De hecho, Pedro G. Romero se refiere a él como un “an-archivo” ya que no sigue las categorías propias de un espacio de documentación, sino todo lo contrario, parte del azar y del libre albedrío de aquellos que lo consulten o visiten la exposición. Es totalmente consciente del poder de dominio de la imágenes, de cómo muchas veces estamos indefensos ante ellas y de cómo se “contamina” su significado dependiendo de que texto se acompañe. Así que, huyendo de la tentación de dominar nuestra mirada acepta la naturaleza anarquista del proyecto.
Una de las imágenes que pueden verse en la muestra, las campanas aún intactas

Como es de suponer es imposible mostrar todo el archivo completo en una exposición, en este caso en la Galeria Àngels Barcelona asistimos a una pequeña parte en la cual podemos ver “Wandlung” (transformación) con fotografías dedicadas a la curiosa transformación que sufren algunos elementos religiosos como campanas que tras sufrir la ira iconoclasta se transformaron en otros objetos no sacros. Además esta muestra, siguiendo con la lógica del Archivo F.X ( que se puede consultar online ) también se nos presentan fragmentos de textos de Joseph Beuys en relación a la obra que presentó en la Documenta de 1982 bajo el mismo nombre de “Wandlung” en la cual Beuys fundió una corona del Zar Ivan el Terrible para convertirla en un objeto de paz. Asistimos pues, a un acto iconoclasta que en este caso se nos narra a través de la escritura.

El artista visibiliza a través de este peculiar archivo que el impulso iconoclasta desmesurado demuestra el alto valor simbólico de las imágenes pues la destrucción de estas tiene algo de catártico y crea la ilusión de que se destruye aquello que la imagen representa.

"Boit en valise" de Duchamp 1934-41
Y es que las actitudes iconoclastas que podemos ver en el Archivo F.X se dieron en las calles, de manera popular, como una especie de rebelión social o “trance” colectivo, es decir, la quema y destrucción de imágenes como máxima expresión del poder que el pueblo puede adoptar en las calles apropiándose del espacio público. Y quizás aquí este la clave del proyecto de Pedro G. Romero, en su voluntad de servicio a la comunidad, en el reconocimiento del poder que los ciudadanos tienen frente al aparato visual del poder. Por eso en todas las muestras del Archivo F.X hay material gráfico de libre circulación, es decir, postales, carteles, pegatinas, etc que el visitante se puede llevar libremente. Si a esto le sumamos que todo el proyecto cabe en una maleta -que recuerda irremediablemente a la “boite en valise” de Duchamp- y que se puede exponer fragmentado en prácticamente cualquier espacio y formato, nos encontramos frente a un proyecto con una dimensión política y pública que es casi incendiaria.


         La propuesta de Pedro G. Romero, remite a aquello inacabado por definición, el archivo como lugar de “ensayo”, de encuentro, como máquina generadora de discursos y metodologías diversas que siguiendo la lógica del azar nos ayuden a entender nuestro mundo contemporáneo a través de los gestos colectivos más radicales de un pasado cercano.

jueves, 19 de abril de 2012

Los dobles de Xavier Le Roy en la Fundación Tàpies



Hola, ¿Queréis que os enseñe algo?
Esa es la frase con la que nos recibe una bailarina-intérprete-performer (¿algo más?) cuando entramos a la planta baja de la Fundación Tapies.
El impacto de la pregunta de la intérprete es fuerte.
Uno nunca se imagina llegando a un museo ( que pensamos como el lugar de culto, de silencio, de la contemplación y las reflexiones ) y encontrarse con un grupo de personas que te interpelan directamente.
Observo como esa gran sala desubica a los espectadores, que buscan desesperados por las paredes alguna referencia, alguna información, textos de sala, imágenes que acompañen u objetos que marquen un recorrido. Pero no, en esta ocasión no se trata de esto, es otra cosa, es un experimento.

Henry Bergson en su libro " La evolución creadora" nos dejaba una idea fascinante:
"Lo que un individuo percibe como ausencia de un objeto es en realidad el hallazgo de otro objeto que no buscaba"[1], y eso es precisamente lo que ocurre en "Retrospectiva", no encontramos aquello que esperábamos pero hallamos otra cosa: sujetos, intérpretes, cuerpos que se activan frente a nosotros dando paso a una relación diferente. El espectador no está aquí para observar pasivamente, sino que tiene un papel fundamental. De hecho, es el instrumento de la exposición, se coloca, acompaña, observa, interactúa y reacciona constantemente a las coreografías que se dan frente a él.

Además, mientras asistimos al "evento" caemos en la cuenta de que no es una retrospectiva meramente recopilatoria de todo el trabajo de Le Roy, sino más bien una composición nueva que construye a partir de sus "solos" más importantes y siendo consciente en todo momento de la implicación personal de los intérpretes, que no se limitan a copiar coreografías sino que adoptan otro rol mucho más decisivo. Encarnan a Le Roy a partir de sus propias experiencias personales,
metamorfoseándose así en dobles de Le Roy, dobles que multiplican su trabajo, lo reproducen y enriquecen de una manera sorprendente. Así, el espectador no asiste solamente a la puesta en escena de las obras del autor, asiste a reinterpretaciones diferentes, haciendo de este evento  algo en constante cambio, que no se agota jamás sino que crece y se transforma.

Quizás uno de los equilibrios más interesantes de esta exposición es que al inicio parece un evento caótico, pero a medida que el tiempo transcurre (un tiempo que no está marcado ni delimitado sino que es flexible e incierto) la sensación de recorrido aparece, llevándonos a la segunda sala, la cual está totalmente dedicada a la consulta de información y al diálogo. Allí nos encontramos al resto de intérpretes que en su momento de descanso toman la iniciativa y vuelven a interpelarnos:
¿Que os ha parecido?.
Ahora no se trata de asistir a nada, nosotros, los visitantes somos los actores principales de una situación que nos resitua, nos incomoda y nos conmociona porque nos desplaza a otro lugar. Ahora somos el centro de atención y depende de nuestras reacciones lo que allí se construya en ese preciso instante.

Por si la desubicación no es suficiente aún falta otra sala, llamada “Untitled”, totalmente a oscuras, deja entrever unas marionetas del tamaño y volumen de Le Roy que deben ser iluminadas por los visitantes en cada ocasión. En la penumbra las marionetas no dejan claro si hay alguien o no, si comenzarán a moverse en cualquier momento o están totalmente inertes, la inquietud se apodera del espectador. En este caso los dobles de Le Roy son inertes, inmóviles, no reinterpretan, ocupan el espacio de los objetos y interpelan al espectador hacia algo más inquietante que el dialogo, hacia lo desconocido, lo oscuro, lo que debemos iluminar para darnos cuenta de que es inofensivo. El recorrido empieza con una pregunta y acaba con una total inquietud.


Ciertamente uno tiene la sensación de que vale la pena regresar a ver la exposición en varias ocasiones. Y es que “Retrospectiva” de Le Roy plantea la ruptura de los límites institucionales del museo, de las relaciones entre espectadores y obra, incluso de las relaciones entre “autor” e intérpretes y cuando una iniciativa rompe con todo aquello que creíamos conocer la sensación de desconcierto nos obliga a decir : quiero volver a verla, para ser otra vez un doble de Le Roy, es decir, para comprenderla.


[1] La evolución creativa - Buenos Aires. Editorial Cactus Diciembre 2007.

domingo, 25 de marzo de 2012

El mundo como pantalla

Ya era hora. Estos días y hasta el 28 de Mayo se presenta en el CCCB una exposición  que hacía tiempo que algunos esperábamos. Y es que la reflexión sobre el papel de las pantallas en nuestra vida ya no podía demorarse más. Era urgente salir del ensayo y probar a reflexionar desde otro formato, asumir ese reto y enfocarlo desde la exposición.

La muestra nos plantea  diferentes áreas de reflexión alrededor del uso y consumo que damos a las imágenes que nos envuelven diaria y constantemente.  Cada uno de estos temas está ilustrado con montajes audiovisuales  formados  de una cuidada  selección de imágenes.

Se pueden ver imágenes icónicas de todo tipo, desde el holocausto, los discursos de Hugo Chavez, las olimpiadas, anuncios de Channel, pornografía codificada  o cámaras de vigilancia.

Después de ver la muestra una pregunta es ineludible ¿Qué nivel de importancia tienen las imágenes en la creación de un imaginario colectivo que se traduce en deseo?.

La publicidad con sus espejismos de “belleza”, opulencia o eterna juventud. El deporte con sus supuestos valores de trabajo en equipo, competición, triunfo y culto al cuerpo. Incluso las imágenes de políticos convertidos en estrellas mediáticas conforman también un imaginario de lo que es la personalización del poder.

Es significativo que por un lado todos estos arquetipos mediáticos prometan, en definitiva, una mayor inclusión social y por el otro la multiplicación de pantallas va acompañada casi inevitablemente por una tendencia cada vez más fuerte al aislamiento y la soledad individual.


Otro tema candente dentro de la muestra es la relación de las pantallas con el poder. Y es que pensar que la evolución de los pantallas es fruto de un progreso lógico es ingenuo. La evolución tecnológica siempre va ligada a intereses económicos.

El poder ha instrumentalizado las pantallas  desde que se dio cuenta de su poder de seducción. Para transmitir discursos políticos, para crear deseo (de consumo, evidentemente) o para fines no tan transparentes como el control y la vigilancia.


En 2005 el artista polaco Krzysztof Wodiczko presentaba una instalación llamada “If you see something”  en la cual se aludía directamente al mensaje sonoro que se podía oír en el metro de Nueva York después de los atentados del 11-S. La idea era, si ves “algo” AVISA.


Es instalación resume a la perfección el momento actual en cuanto a pantallas y control se refiere. Todos tenemos cámaras, todos consumimos y producimos imágenes constantemente y por lo tanto, todos nos podemos vigilar unos a otros. La privacidad es un derecho que hemos perdido sin a penas darnos cuenta. El gran ojo que todo lo ve somos todos y cada uno de nosotros

La pantalla como dispositivo creador y archivador de historia, la pantalla como instrumento de poder. Pantallas que crean sueños o pantallas exageradas y desagradables llenas de una violencia y pornografía exacerbada. Quizás ha llegado el momento de reflexionar sobre cómo queremos que sean las pantallas del futuro.


martes, 13 de marzo de 2012

Habitar el mundo o habitar la fotografía


Fotocolectania, Fundación Sunyol y Fundación Barrié aúnan esfuerzos para hacer posible la exposición “La morada del hombre” que presenta una de las mejores colecciones de fotografía del mundo. Se podrá visitar hasta el16 de junio.

Ed Ruscha, "Twenty six gasoline station" (1962)
Al entrar a la exposición las fotografías están deshabitadas, naves industriales aparecen ante nosotros, espacios en construcción o en ruinas, solares que están entre lo rural y lo urbano, los no-lugares están por doquier y nuestra mirada  se ve obligada a recorrer espacios y arquitecturas en las que el rastro de lo humano es lo importante. 

Al recorrer la sala vemos nombres tan representativos como Ed Ruscha, Jeff Brouws, Alan Bublex, James Casebere o Dionisio González entre otros. Se trata de la primera parte de una exposición que presenta 165 obras de 50 fotógrafos, las obras vienen de la colección privada de Martin Z. Margulies uno de los coleccionistas de arte más importantes del mundo.



La muestra continua dando un giro temático y asistimos a la preocupación de los fotógrafos por la representación de lo social. Y su interés por la forma del documental en los EE.UU en la primera mitad del siglo XX. 

Pasamos de lo deshabitado a lo humano con obras de artistas que van desde Dorotea Lange, Helen Lewit, Berenice Abbot, Walker Evans, August Sander hasta Pieter Hugo o Gillian Wearing. 


Walker Evans " Alabama Cotton tenant Farmer family" (1936) 
Según palabras del comisario Régis Durant es una parte de la exposición que “se ocupa de abarcar y medir entre eso que nos resulta familiar y lo que nos es desconocido” y tiene toda la razón. 
Nos resulta familiar la manera de fotografiar a los niños en la calle, a los obreros trabajando o las icónicas imágenes del campo americano en los años 30 y nos resultan algo más lejanas las fotografías costumbristas, en cualquier caso son imágenes que nos hablan de la representación social y humana en la fotografía.


Para acabar la exposición es necesario trasladarse al espacio de la Fundación Sunyol, allí nos espera la tercera y última parte de la muestra. 

El hombre “habita” el mundo desde la arquitectura, desde nuestra relación con los demás, desde nuestra mirada, pero también habitamos un mundo cambiante, evanescente y efímero donde prácticamente nada permanece. 

Gillian Wearing " Trauma#4"  (2003)
Vivimos un mundo que no dominamos, quizá sea por eso que en este tercer espacio abundan las fotografías en las que el hombre se ve envuelto en circunstancias que no controla. Por ejemplo, las victimas del huracán Katrina retratadas por Joel Sternfeld o Jeff Brouws o ciudades que caen en decadencia como la Detroit fotografiada por Stan Douglas así como Olafur Eliasson nos habla de la fuerza de la naturaleza, su constante cambio y su evolución en la cual el hombre poco tiene que decir.    


Jeff Brouws "Discarded Landscape"
Las imágenes que “habitan” la Fundación Sunyol unen lo arquitectónico, lo natural y lo humano, hablan de su relación y obligan a pensar sobre nuestra posición frente a un mundo que en ocasiones es incontrolable.

Cabe llamar la atención sobre cómo el comisario de la muestra ha sabido encontrar un equilibro temático nada fácil. El comisario ha reeleído y dado forma coherente a las tan diversas obras que conforman esta gran exposición. 

Además, consigue que el espectador salga reflexionando sobre cómo se relaciona  y cómo se representa en él. Una exposición que merece ser visitada tanto por el discurso curatorial como por cada imagen en sí misma.




martes, 6 de marzo de 2012

Tensión y desconcierto en la Galeria Àngels Barcelona


“La esperanza de que en el arte estaría “presente”,
 si no lo absoluto, sí al menos lo otro
determina las expectativas que el individuo,
el público y con ello también, a fin de cuentas,
la sociedad, fundan sobre el arte.
Dicha esperanza es el elemento de la ideología estética de la modernidad que, 
pese a todas las decepciones y chascos, sigue vivo”[1] ( Cornelia Klinger)


En la Calle Pintor Fortuny, en el Raval (Una de las zonas con mayor índice de inmigrantes de la ciudad de Barcelona) se presenta estos días la obra “Inversión” de La joven artista Daniela Ortiz, dicha obra se centra en la selección de personal de un hombre de mediana edad, español, con experiencia en la construcción para adquirir un puesto de trabajo en Perú, es decir nos presenta la tensión de enfrentarnos a la “Inversión” del movimiento migratorio al que generalmente estamos acostumbrados, la artista cambia las reglas.

En la primera parte del display nos encontramos con las leyes de extranjería de diferentes países, este gesto lejos de ser anecdótico nos enfrenta directamente y de manera brutal a una de las características  de la tradición ideológica de la cual somos hijos: la llamada  “Matriz colonial”.

La jurisdicción aunque a veces nos caiga realmente mal tiene un papel central en la confección ideológica y eurocéntrica; determina quién es que y de que manera cada uno de nosotros tiene un papel en la sociedad del cual no puede salirse, es decir, determina quién es el ciudadano, que derechos tiene, que hace falta para conseguir la ciudadanía, quién no la merece, por que motivos, etc. Y en este caso lo jurídico determina ontológicamente quién es el inmigrante. A juzgar por los documentos presentados en la exposición el inmigrante siempre es  un ser humano, pero un ser humano inferior, al cual se le pueden arrebatar todos los derechos ante cualquier falta.

Después de este primer impacto, observamos vídeos con entrevistas a los once candidatos y un poco más adelante las fotos de los mismos, es casi una muestra sociológica del clásico obrero español, es decir, del sector de la población que más se ha visto afectado por la actual crisis económica de la que ya nadie escapa y frente a los retratos, el anuncio de trabajo. Daniela Ortiz ofrece un trabajo a cambio de una redefinición de sí mismos, el elegido pasará de ser ciudadano español (y por lo tanto perteneciente a los seres humanos con derechos) a ser, en el mejor de los casos un inmigrante con trabajo, pero un inmigrante al fin y al cabo.

Este gesto abarca una gran tensión por un motivo básico, en los movimientos migratorios tradicionales del s.XX y XXI, los migrantes pertenecen en su inmensa mayoría de los países previamente colonizados, ellos parten de las carencias que encuentran en su lugar de origen, carencias económicas, pero también en cuánto a derechos se refiere, es decir, ellos son seres humanos “inferiores” incluso en su propio país de origen. En el orden mundial de la globalidad, ya son desde un inicio ciudadanos de segunda y al migrar la única diferencia es que lo hacen lejos de casa y se enfrentan a nuevas jurisdicciones. El trabajador español, no. Para él es una experiencia nueva. Es una violencia renovada.

Esta tensión nos traslada de público a ser dianas de una violencia latente, que normalmente va direccionada hacia el extranjero, el emigrante, el desconocido, aquel que da miedo y que de repente somos nosotros mismos, el español convertido en migrante, despojado de unos derechos que creía inherentes a su condición de ciudadano. Somos la diana porque nos vemos convertidos en otra cosa.

Otra pregunta que nos asalta a lo largo de la exposición es ¿qué papel tienen las instituciones relacionadas con el mundo del arte (museos, galerías, etc…) en este juego de Inversión? Las instituciones artísticas han estado siempre íntimamente ligadas al poder a lo largo de su historia, ¿cómo es posible que ahora sean cómplices de este acto casi terrorista? Quizás sea porque esta acción al fin y al cabo es un acto metafórico, no de militancia.

Por último creo necesaria una última reflexión acerca  de la eficacia de esta propuesta. Si la artista quiere acabar con esta “Matriz colonial” o como mínimo conseguir un cierto impacto y replanteamiento de la situación ya hemos visto a lo largo de la historia que la violencia engendra más violencia, resistencia, márgenes de exclusión, etc. Quizás sería un buen momento para plantearnos (como individuos y como sociedad) si no sería más eficaz  trabajar de forma unida, colectiva, global intentando crear un nuevo modelo, fresco, imaginativo y pacífico (en el sentido más profundo del término) como primer paso para empezar a “descolonizar” nuestro mundo y poder entrar así en una nueva manera de entender las complejas relaciones globales a las que nos enfrentaremos en el futuro.

Gracias al trabajo de Daniela Ortiz vemos cómo los artistas se pueden convertir en “terroristas” ideológicos que nos violentan al obligar a enfrentarnos a otra realidad, las obras presentan una resistencia que escapa incluso a la voluntad de la artista, presentando tensiones nuevas en cada espectador. Galerías y museos pasan de ser espacios neutros a espacios de tensión y desconcierto.





[1] Pág 37. “Modernologías, artistas contemporáneos investigan sobre la modernidad y el modernismo”. Ed. MACBA

jueves, 1 de marzo de 2012

Un relato emerge del MACBA


El CIF: un relato emerge en el Macba


“Sin documento no hay historia”(Jaques Le Goff)[1]

Desde el 27 de enero hasta el 20 de mayo se puede visitar en el Macba la última propuesta curatorial Centro Internacional de Fotografía Barcelona (1978-1983) a cargo de Jorge Ribalta  y Cristina Zelich.
Esta exposición nos lanza una propuesta clara, la recuperación de una parte olvidada de nuestra historia reciente (otra gran cuestión sería porque olvidamos tan rápido y despiadadamente) y nos acerca a uno de los proyectos culturales e institucionales más importantes que se dieron en la España de la transición.
El CIF, fue el resultado del trabajo de Albert Guspi que empezó haciendo encargos fotográficos documentales para editoriales como  “Ruedo Ibérico” de corte antifranquista, más adelante hizo diversos viajes alrededor de España y al volver a Barcelona  en el 1973 fundó la Galeria Spectrum  en la calle Balmes.
Esta Galeria fue la primera en todo el estado Español dedicada en exclusividad a la fotografía, además cuando consiguió el financiamiento de Canon en el 1976 la iniciativa pudo crecer y fue naciendo poco a poco una red de Galerias Spectrum alrededor del país como Spectrum Girona o  Spectrum Zaragoza. Esta curiosa red fue la semilla de la cual nacería en 1978 El Centro Internacional de Fotografía. La ciudad estaba desierta en cuanto a instituciones que avalaran la fotografía como una expresión artística válida digna de entrar en las pocas instituciones culturales existentes. En ese desierto apareció el CIF, encarnado en un edificio entero dedicado al debate fotográfico, a la docencia y la investigación.

Después de esta increíble trayectoria hasta llegar al CIF nos asaltan diversas preguntas: ¿por qué una propuesta institucional de tal envergadura ha quedado en el olvido o ha sido ninguneada? ¿por qué el centro entro en crisis tan rápidamente? ¿qué ha sido de los fotógrafos que allí se formaron?.
En el intento de responder a todas estas cuestiones es en donde radica el sentido de un comisariado profundamente arqueológico; esta exposición se constituye a través de tres partes inseparables, la exposición, el catálogo dónde encontramos un extenso material documental entre el cual destacan las entrevistas a los protagonistas directos del CIF y un archivo documental que los comisarios han donado al Centro de Estudios y Documentación del museo con tal de contribuir a hacer del museo un lugar de producción de conocimiento y de relato histórico.

Quizás el reto más difícil al que se enfrentan los comisarios es a “homenajear” a la vez que revisan una iniciativa que sin duda fracasó antes de poder trascender de un modo más sustancial.
Y es que la exposición nos presenta un proyecto truncado. Después de verla llegamos a la conclusión de que si bien el CIF era una idea revolucionaria en nuestro contexto, su proyecto artístico no era tan avanzado, ya que los referentes del centro eran fotógrafos del período de entreguerras como Robert Capa, Dorotea Lange, entre otros. Todos ellos fotógrafos de los años veinte y treinta que no llegaban a cuestionar la validez de la imagen documental, su veracidad o su “certeza” sino que aún creían en la fotografía como un lenguaje universal.
Este planteamiento a finales de los años setenta, era ya totalmente anacrónico, pero entonces (y quizás en la de ahora también, todo está por verse) llevábamos un retraso histórico de cuarenta años de franquismo.
Un concepto anacrónico del documento también acarreó otras consecuencias como el choque con la nueva ola de fotografía de corte artístico y más creativo que entró en España a principios de los años ochenta y que hizo que la fotografía documental perdiera adeptos y defensores. Si a todo esto le sumamos las nuevas políticas que entraron en vigor a nivel institucional por parte del estado y que favorecieron la creación de otros centros dedicados a la fotografía que fueron competencia directa para el CIF, entendemos el porque de su rápido declive y su breve historia.

Esta exposición nos invita a conocer una parte de la historia de la Barcelona menos representada, la generación de fotógrafos que quedó entre los realismos de Miserachs o Colom y la hiper-representada Barcelona post-olímpica. A través de los trabajos expuestos asistimos a la Barcelona desconocida pero siempre atractiva de las arquitecturas periféricas, de las subjetividades marginales y los espectáculos populares que se apropiaban del espacio público en la Barcelona de la transición.
Un momento que pese a su poca trascendencia internacional vale la pena conocer  y reconsiderar como parte de la tradición fotográfica de la que hoy somos herederos.
Y sobretodo vale la pena reconocer el valor que hace falta para llevar a cabo una exposición que visibiliza la dificultad de crear un relato histórico basándose en los documentos ( es decir el valor que hace falta para equivocarse en el método o en la forma del proyecto) y que nos permite cuestionar como espectadores las posibles fisuras de este relato que estos días nos muestra el Macba.





[1] El orden de la memoria: el tiempo como imaginario. Barcelona: Paidós,1991,p.231.